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domingo, 8 de mayo de 2011

Ya no hay dolor. Uno aprende a vivir así.

Que feo es acostumbrarse a las cosas que hacen mal. Hacer normal el dolor, y sonreír como si nada hubiese pasado. Creer que olvidamos todo, cuando NO, los recuerdos están, perduran en el tiempo como una marca imborrable, como una herida, una herida que no sana.
 Sentir ese frió interno a causa del vació que causa su ausencia. 
El saber que no hay acceso a la felicidad absoluta, y no hay retorno al pasado, es frustrante. 
Que bueno seria cambiar cosas, que mas que cosas son ERRORES, que marcan su presencia en el presente, y quien dice, no afectaran gravemente nuestro futuro.


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